¿Qué hicimos?

DÍA 1 / Llegada a Cracovia y Tour por el Barrio Judío
Advertencia: Algunas de las fotografías que se muestran pueden herir la sensibilidad del lector.
Si madrugar es levantarse a las 3’30h y salir para el aeropuerto a las 04’10h, entonces si, el viernes 14 de febrero madrugamos y de lo lindo, ya que nuestro vuelo hacia Cracovia salía a las 6’20h. Volar con ciertas compañías aéreas puede conllevar que cada uno vaya sentado en un asiento alejado del otro, por lo que una vez más volvimos a usar la App de Wingle que nos permitía poder chatear entre nosotros aún estando en modo avión, (entre nosotros o con otros pasajeros que tuvieran descargada la App para ese vuelo). La cuestión es que a las 9’20h de la mañana, 15 minutos antes de la hora prevista, aterrizábamos en tierras polacas. Salir del Aeropuerto Juan Pablo II es fácil y coger un transporte que te lleve hasta la ciudad también. En nuestro caso cogimos un Bolt y por menos de 10.-€ nos dejó en pocos minutos en la puerta del hotel, (Hotel Kazimierz III), un hotelito de tres estrellas en pleno barrio judío de Cracovia, (o el barrio de Casimiro como era conocido antiguamente), y a escasos 900 metros de la ciudad medieval, lo cual nos facilitaba mucho los desplazamientos al tenerlo todo tan cerca. A esa hora nuestra habitación todavía no estaba preparada por lo que dejamos nuestras mochilas en la recepción del hotel y nos dispusimos a recorrer el barrio judío a nuestro aire lo que también nos iba a servir para situarnos un poco.
Lo primero que hicimos fue entrar a tomar un café con leche en una cafetería cercana al hotel, una cafetería llamada Retro la cual está decorada con cintas de cassette y vinilos, que tiene máquinas de videojuegos antiguas, con música de los años 80 e incluso una máquina de Pac-Man, (el famoso comecocos), a la entrada de los baños para hacer más entretenida la espera, (y además se puede jugar gratis). Recuperado un poco el calor del cuerpo seguimos callejeando y lo primero que encontramos fue la Plac Nowy, una plaza que antiguamente fue un mercado y que hoy en día cada puesto es un local de comida para llevar, (algunos tienen un par de mesas en el exterior pero a 0ºC o menos no apetecía mucho estar al aire libre). Aparte de comida turca o mexicana lo típico aquí es pedir un Zapiekanki Z Pieca. Básicamente es un pan cortado por la mitad con una base de champiñones y queso, y a partir de ahí se pueden ir añadiendo ingredientes. Nosotros los probamos para cenar y la verdad es que están buenísimos, llenan muchísimo y además a muy buen precio ya que nos costaron los dos panes, (muy repletos de ingredientes), con dos bebidas 5,80.-€ a cada uno. Seguimos callejeando y visitamos la Iglesia de Santa Caterina, la Iglesia del Corpus Christi y la Iglesia en la Roca y también visitamos la Vieja Sinagoga. Era ya casi la una del mediodía y decidimos volver al hotel a dejar nuestras mochilas en la habitación, cambiarnos y empezar a dirigirnos hacia la ciudad medieval que es desde donde partía nuestro tour guiado por el Barrio Judío de Cracovia. Camino hacia las puertas del castillo, y todavía sin haber comido y sin saber dónde hacerlo, nos tropezamos por casualidad con un pequeño local llamado Soup Culture. Un local en el que apenas caben 6 personas pero en el que sirve un exquisito plato típico polaco. Se trata de un pequeño recipiente hecho de maíz, (por tanto también se come), y en el que dentro lleva una sopa típica que puede ser de tomate, de queso o de coco y que resultó ser exquisita además de reconfortante. Muy recomendable probar estas sopas si vais por Cracovia y más aún si hace frío. Poco antes de las tres de la tarde llegábamos al punto de encuentro para iniciar nuestro tour por el Barrio Judío que se iba a alargar por espacio de algo más de 3 horas, (antes de las 5 de la tarde ya era de noche). En este tour, aparte de contarnos con detalle la llegada hace muchos siglos de los judíos a Polonia, nos llevó por los principales sitios de lo que fue la zona en la que los soldados alemanes, durante la invasión recluyeron a la población judía. Queda poco del muro que rodeaba el gueto. Entramos en una antigua sinagoga hoy reconvertida en librería, probamos el vodka, (de cereza y de membrillo), recorrimos algunos escenarios en los que se rodó la película La lista de Schindler de Steven Spielberg, pudimos contemplar desde un sitio elevado el cementerio judío de la Sinagoga Remuh, estuvimos en la Plac Bohaterów Getta, la plaza dónde se decidía el futuro de los judíos, (en la que todavía se conserva el kiosko donde se refugiaban los solados alemanes del sol, de la lluvia o del frío), y en la que actualmente hay unas sillas de hierro, unas mirando hacia donde está el campo de concentración, otra mirando hacia el callejón donde se fusilaba a la gente y otras más pequeñas mirando hacia la esperanza. En esta plaza, nuestro guía Alejo, (de Hola Cracovia), daba por finalizado un emotivo tour, y justo en una de las equinas de esta plaza hay una farmacia, (la única que había dentro del gueto en la que también se ayudó a miles de personas a escapar), y que hoy en día es un museo, la Eagle Pharmacy, y que es otra visita obligada en esta ciudad, (cuidado porque cierra los lunes y martes). Cansados reemprendimos el camino de vuelta al hotel, un poco de descanso, y como decíamos antes para cenar un buen bocadillo comprado en uno de los puestos de la Plac Nowy y pronto a descansar.
DÍA 2 / Ciudad medieval y Minas de Sal de Wieliczka
No había prisa por levantarse, así que bajamos a desayunar pasadas las 9 de la mañana. Un desayuno copioso, vuelta a la habitación para abrigarse y todavía a varios grados bajo cero de nuevo en la calle. Esta mañana tocaba conocer la ciudad medieval, repleta de calles con infinidad de tiendas, restaurantes, casas de cambio, pastelerías, cafeterías y locales de todo tipo y que va desde el Castillo de Wavel hasta la Plaza del Mercado. Recorrimos infinidad de tiendas, callejeamos mucho y finalmente conseguimos llegar a la Plaza del Mercado, una plaza que se remonta al siglo XIII y con una superficie en torno a 40.000.-m2 y en la que se ubica la Town Hall Tower, (torre del Ayuntamiento), y por supuesto la magnífica Basílica de Santa María, un espectacular edificio de estilo gótico báltico con un interior aún más espectacular todavía y que hay que ver si o si. En la misma plaza, aparte de multitud de restaurantes con sus respectivas terrazas, también hay un pasaje lleno de pequeñas tiendas de joyería y justo detrás de la basílica hay otra pequeña plaza en la que descansar, tomar un poco el sol, (aunque no caliente), y contemplar edificios típicos de la arquitectura polaca. Allí pudimos degustar la cerveza con miel, (cerveza artesanal), y el famoso vino caliente. Personalmente a mi me gustó. Hay gustos para todo también es cierto. Pasada ya la una del mediodía decidimos buscar un lugar para comer ya que antes de las 15’30 horas teníamos que estar en Wieliczka, (a unos 14 kilómetros), para visitar las minas de sal. Hay que decir que a cada hora en punto se oye tocar una trompeta desde la torre. Es muy curiosa la historia de este toque de horas. Os aconsejamos que busquéis de dónde proviene si tenéis curiosidad.
Finalmente decidimos comer en un típico bar de leche o Milkbar, (bar mleczny en polaco), en este caso el Milkbar Tomasza. ¿Qué es un Milkbar o un bar de leche? Pues no son más que pequeños restaurantes o bares que se construyeron para los trabajadores locales durante la época comunista. No eran lugares de lujo, ni de moda ni con una cocina innovadora sino más bien todo lo contrario. Estaban situados en los barrios populares, con una decoración muy austera y se servía comida local y sencilla a base de verduras y lácteos. En este caso pudimos comer los dos por apenas 14’60.-€, la pena es que este bar es muy pequeño y las colas que se forman a la hora de comer pueden ser muy largas por lo que recomendamos acudir pronto, (no como hicimos nosotros). Por culpa de haber llegado tan tarde al restaurante y de haber tenido que hacer más de 40 minutos de cola salimos ya con el tiempo justo y todavía teníamos que buscar un transporte que nos llevará hasta las minas de sal. Con Uber no hubo suerte puesto que todos los coches estaban a esa hora ocupados y volvimos a coger un Bolt que en menos de 20 minutos y por 10.-€ nos dejó en las mismísimas puertas de la mina. Tarde, eso si, nuestra hora de entrada ya había pasado y nuestro grupo había bajado a la mina. Por suerte pudimos explicar el motivo de nuestro retraso y tuvieron a bien meternos en otro grupo que iba a entrar en cuestión de minutos. Para poder visitar estas minas hay varias opciones, se puede contratar un tour desde Cracovia o también se puede hacer lo que hicimos nosotros, comprar las entradas con antelación en la página oficial de las Minas de Sal de Wieliczka, (aquí tienes el enlace), y desde Cracovia tomar un transporte privado, (Uber, Bolt o cualquiera que opere en la ciudad). En nuestro caso el ahorro con respecto a contratar un tour llegó a unos 40.-€, y en la mina todas las visitas son guiadas y al comprar la entrada se elige el idioma en el que se quiere realizar la visita.
Realmente es un sitio espectacular. Otro lugar imprescindible que hay que visitar. La extracción de sal empezó en el siglo XIII hasta prácticamente nuestros días y se trata de una de las minas de sal más antiguas del mundo. El recorrido es de unos 3’5 kilómetros y la duración de la visita es de aproximadamente unas tres horas, (tal vez un poquito más). Se baja hasta el nivel 3 a una profundidad de 133 metros, la temperatura en el interior está en torno a los 16-18ºC, (se agradece con el frio que hace afuera), y recorriendo sus galerías se puede ver una exposición que explica el trabajo de minería para la extracción de sal desde los inicios de la mina. Se puede contemplar maquinaria y sobre todo las estatuas de sal hechas por los propios mineros, las inmensas salas excavada en la sal y que llegan a alcanzar los 40 metros de altura, las estructuras de madera que sostienen los techos, un lago subterráneo, las lámparas que cuelgan de sus techos cuyos cristales también están hechos de sal pero sobre todo la capilla. Esta capilla tardo entre 30 y 40 años en ser excavada y a día de hoy sigue funcionando como tal teniendo servicios religiosos los domingos por la tarde y pudiendo casarse allí si así lo desean los novios. En su altar hay un reliquia que contiene una gota de sangre del papa Juan Pablo II. Cuando se finaliza la visita se sube hasta el nivel 0 en las mismas jaulas en las que subían los mineros en su día, (toda una experiencia). Evidentemente como en cualquier atracción turística que se precie antes de salir a la calle se pasa por una tienda en la que se pueden comprar desde libros, chocolate con sal y por supuesto también sal, (dentro de la mina hay otra tienda aparte de aseos y zona wifi).
Cuando salimos era ya noche cerrada, (bueno las 18’50h), y nevaba. No había ya casi nadie en la calle, los puestos callejeros que habíamos visto a la llegada ya estaban cerrando y ningún taxi a la vista, así que decidimos coger el transporte local. En las paradas de bus y de tranvía existen máquinas expendedoras de billetes de transporte, (se puede pagar con tarjeta), y que sirve para todos los medios de transporte de la ciudad, (bus, tranvía, tren, etc.). Nosotros adquirimos un billete cada uno cuya duración era de 60 minutos. Cogimos el bus de la línea 304 y al llegar a Cracovia el tranvía número 8, (el número 10 también nos valía), que nos dejó a 400 metros de nuestro hotel. Gasto total desde las Minas de Sal hasta Cracovia para dos personas: 3’02.-€.
Dando un pequeño paseo, pasamos nuevamente por la Plac Nowy, un alto en el camino para tomar una cerveza, llegamos al hotel, un pequeño descanso y sobre las 8 de la tarde nos fuimos a buscar un restaurante donde cenar. Lo hicimos en el Restaurante Sasiedzi, un restaurante de comida típica en pleno barrio judío, que nos recomendaron en el hotel y en el que pudimos degustar unos los platos más emblemáticos de Cracovia, la sopa Zurek, (sin pan). Se trata de una sopa hecha a base de harina de centeno, salchichas, patatas, huevo y crema agria. A varios grados bajo cero en la calle esta sopa caliente llena y reconforta a cualquiera, aparte de tener un sabor exquisito. De segundo nos pedimos otro plato que también aparece en todas las cartas de los restaurantes de la ciudad, es una especie de pollo empanado con patatas.
Después de la cena un ligero paseo hasta el hotel y a descansar. El domingo se presentaba intenso y duro al mismo tiempo.
DÍA 3 / Auschwitz-Birkenau
Domingo. El despertador sonó a las 7’45h. Ducha, desayuno y caminata a bastantes grados bajo cero para llegar al punto de encuentro donde nos esperaba un autobús que nos iba a llevar hasta Auschwitz-Birkenau. Este campo de concentración está a unos 80 kilómetros de Cracovia y el viaje en autobús dura alrededor de hora y media. Al bajar del autobús lo primero que se hace es pasar un control de seguridad, (igual que en un aeropuerto), recoger los auriculares y a través un túnel de hormigón, en el que se van escuchando los nombre de las personas que fueron deportadas y asesinadas en el campo de concentración, se llega hasta la entrada del campo. Y lo primero que se ve es el «famoso» letrero forjado en hierro que dice «El trabajo os hará libres». Impresiona. (Hay lugares en los que nos pidieron que por favor no hiciéramos fotografías y evidentemente respetamos su petición). Aquí se visitan los pabellones en los que estaban los presos, se ven fotografías, vitrinas con objetos que allí se quedaron, (zapatos, gafas, maletas, pelo humano…), se ven los colchones en los que dormían, la ropa que llevaban, los baños, las mazmorras, el paredón donde se fusilaba o la horca en incluso se visita la cámara de gas, (la única que no fue destruida), y los hornos crematorios. Terminada la visita volvimos al autobús, (todos en silencio), y nos dirigimos a Birkenau, (a unos 3 kilómetros de distancia). Si ya el tiempo era frío y oscuro en Auschwitz al llegar a Birkenau empezó a nevar. Lo que más impresiona aquí, a pesar de haber visto la imagen centenares sino miles de veces en televisión o en fotografías, es la entrada al campo con las vías de tren que atraviesan el edificio de entrada. Una vez dentro el recorrido consiste en llegar hasta un vagón restaurado en que se transportaba a los presos y que está estacionado justo en el cruce donde el «médico» alemán decidía si alguien era apto para trabajar o por el contrario iba directo a la cámara de gas. El recorrido sigue hasta llegar al final del campo, al borde de una de las cámaras de gas que fueron derruidas por los soldados alemanes antes de su huida y donde se encuentran unas placas conmemorativas en distintos idiomas, después deshaciendo el camino recorrido accedimos a uno de los barracones en los que se hacinaban en este caso las mujeres presas.
Desde luego la visita es dura, muy dura tal vez, sobre todo cuando uno se queda a solas y reflexiona sobre lo que ha visto y lo que le han explicado pero, sin duda, debería ser una visita obligatoria para que hechos así nunca más vuelvan a suceder. Esta visita merece un artículo aparte que sin duda publicaremos más adelante.
De nuevo en el autobús nos comimos un bocadillo que llevábamos en las mochilas y poco después de las 16’30h estábamos de vuelta en Cracovia. Volvimos al hotel paseando, viendo alguna que otra tienda, callejeando. Ya en el hotel unos minutos de descanso y de nuevo a la carga para ir a cenar. Encontramos un pequeño y acogedor restaurante muy cerquita del hotel y que no habíamos visto en ninguna guía de restaurantes, el Restaurante Polska. Volvimos a pedir la sopa Zurek, (esta vez con pan), chucrut, (también con pan), patatas asadas, (las patatas están aplastadas y tienen la forma de una mini pizza), pollo y por supuesto cerveza local y vino polaco y de postre, vodka, (uno natural y otro con sabor a membrillo). Fue la comida más cara de todo el viaje y nos costo 58.-€, (los dos). La diferencia de que la sopa Zurek venga con pan es que esta viene dentro de un pan redondo al que le han quitado la parte superior, (como si fuera una tapa), y lo han vaciado de migas. Un plato maravilloso cuando fuera hace tanto frío, (en ese momento, según pudimos ver en el teléfono, la temperatura rondaba los -10ºC).
Cuando terminamos de cenar todavía tuvimos tiempo de entrar a un pub, (klub en polaco, los hay de todo tipo, con todo tipo de decoraciones y música y en cantidad), a tomar una copa y después un paseo muy corto hasta el hotel, apenas 100 metros. Era hora de descansar.
DÍA 4 / Fábrica de Schindler y Castillo de Wavel
Último día en Cracovia y otra vez prontito arriba. Desayuno rápido y estando a -6ºC a la calle. Hay que llegar pronto a la cola para poder visitar la Fábrica de Oskar Schindler, (los lunes la entrada es gratuita), y nosotros teníamos 20 minutos andando desde el hotel. Al llegar ya había cola y aún faltaban casi 20 minutos para que abriese al público. El edificio alberga una exposición permanente dividida en tres plantas y en la que se muestran numerosísimos objetos relacionados con la ocupación nazi de la ciudad entre 1939 y 1945 hasta la posterior ocupación por parte de las tropas soviéticas. Desde luego ver tal cantidad de objetos originales nos impresionó y aunque esperábamos haber visto algo de la fábrica original, (de la maquinaria o del proceso productivo de lo que allí se fabricaba, de los lugares dónde se ocultaban, etc.), la cola antes de entrar y la visita en si mereció totalmente la pena. Una vez fuera decidimos volver a la plaza de la sillas, (Plac Bohaterów Getta), y contemplar el lugar con tranquilidad y a plena luz del día. Impresiona ver la plaza de día y ver el kiosko sabiendo lo que en allí se hacía.
La lástima fue que la farmacia-museo que también queríamos visitar y que hemos mencionado anteriormente estuviera cerrada. Volvimos a pasar por los escenarios de la película de Spielberg y nos fotografíanos en ellos, nos hicimos una foto con la estatua de Jan Karski, (recomendamos que busquéis las historia de ese hombre), otra con una pequeño dragón de bronce que hay a la entrada de uno de los puentes que cruzan el río Vístula, (el dragón es el símbolo de Cracovia), y entramos a la Sinagoga Remuh, (ojo que aquí solo admiten el pago en efectivo pero si uno no lleva moneda local también admiten euros, (aunque Polonia no esté en la Zona Euro). La entrada nos costó 7.-€, (los dos), y pudimos contemplar la única sinagoga judía que a día de hoy todavía funciona como tal. La entrada también incluye la visita al cementerio judío de la propia sinagoga). Terminada esta visita decidimos volver a la ciudad medieval, una media hora más o menos andando, había que aprovechar que hacía sol, paramos a tomar un café en un local llamado Singer, (un local/restaurante muy bonito y cuyas mesas son antiguas máquinas de coser de la marca Singer). Una vez en la zona medieval paseamos un poco por sus calles y tiendas y nos fuimos a comer a otro Milkbar, esta vez el Bar mleczny Pod Temida. Más grande que en el que comimos el sábado, misma decoración austera o casi inexistente, en plena calle principal pero con menos gente y una comida de calidad excelente. Precio para dos personas: 18.-€. Cuando terminamos de comer nos dirigimos hasta el Castillo de Wavel. Un impresionante castillo, (sus dimensiones son enormes, con una superficie de 7040.-m2), y que fue construido en el siglo XIV a instancias de Casimiro III el Grande que reinó entre 1333 y 1370. El castillo consta de varias estructuras situadas alrededor de un gran patio central. Este castillo es una mezcla de estilos Románico, Gótico y Renacentista y es patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Nosotros no pudimos visitarlo por dentro ya que cuando llegamos cerraban la entrada por lo que recomendamos que si queréis visitarlo compréis las entradas con antelación.
Terminaba nuestra estancia en Cracovia. Recogimos nuestra mochilas del hotel y volvimos a hacer uso de un coche de Bolt que nos cobró 15’66.-€ para ir hasta el aeropuerto. Podríamos haber cogido un autobús pero como ya íbamos con el tiempo justo preferimos no jugárnosla y menos mal, porque el control de equipajes en el aeropuerto se hizo eterno debido a la gran cola de gente que había.
El avión puntual despegó de Cracovia y poco después de las 11 de la noche aterrizábamos en el Aeropuerto de Alicante-Elche Miguel Hernández. A las 12 de la noche llegábamos a casa, cansados pero con un viaje a nuestras espaldas que no nos defraudó y que recomendamos que todo aquel que pueda lo haga. Cracovia, pese a su tamaño, (unos 800.000.- habitantes), resultó ser una ciudad muy acogedora, con un muy buen ambiente, (no hace falta llevar dinero en efectivo con moneda local ya que prácticamente se puede pagar con tarjeta en todos los sitios y además, en caso de necesidad, hay multitud de casas de cambio en toda la ciudad), con mucho ambiente turístico y también universitario, una ciudad muy bonita y en la que nunca sentimos sensación de inseguridad.

Recomendaciones :
- Castillo de Wavel.
- Barrio Judío.
- Sinagoga de Remuh.
- Plac Nowy.
- Basílica de Santa María.
- Plaza del Mercado de Cracovia.
- Torre del Ayuntamiento.
- Milkbar.
- Fábrica de Oskar Schindler.
- Farmacia-Museo Eagle Pharmacy.
- Minas de sal de Wieliczka.
- Auschwitz-Birkenau.
- Plac Bohaterów Getta.
- Restaurante Soup Culture.
- Restaurante Polska.
- Plac Bohaterów Getta.
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