¿Qué hicimos?

DÍA 1
Octubre y nos vamos a Marrakech. A las 12 en punto del mediodía estábamos en el aeropuerto de Alicante y ¡oh sorpresa!, nuestro vuelo de Ryanair con salida prevista a las 14h viene con un retraso de 25 minutos. Debió ir muy rápido el avión puesto el vuelo llegó puntual al destino a las 14’50h hora local. Nada mas acceder a la terminal del aeropuerto de Marrakech una cola interminable de más de una hora en el control de pasaportes, y nuestro transporte de Civitatis que nos tenía que llevar a la ciudad esperado afuera. Cuando por fin conseguimos llegar al control el escáner de la policía marroquí no leía bien el pasaporte y nos derivan a la comisaría del aeropuerto. A todo esto el otro transporte que también teníamos contratado y que nos tenía que llevar al desierto de Agafay, (habíamos contratado también con Civitatis una noche en el desierto), llamándonos puesto que podíamos adelantar la hora de salida, cosa que evidentemente no pudimos hacer. Una vez sellados los pasaportes y ya fuera de la terminal nos encontramos con nuestro transporte que nos había esperado durante casi dos horas y al mismo tiempo con la llamada del siguiente coche que nos tenía que dejar en el desierto. Finalmente, y gracias a la amabilidad y la profesionalidad de los conductores, quedamos en un punto intermedio entre el aeropuerto y Marrkech donde nos dejó uno y nos recogió el otro.
Por fin llegábamos al desierto de Agafay donde nos recibieron con un té marroquí, que por cierto estaba exquisito, y donde nos asignaron nuestra jaima y nos explicaron dónde se serviría la cena y el desayuno del día siguiente. Dejamos nuestras mochilas en la jaima y nos fuimos a dar un paseo a lomos de un dromedario mientras veíamos ponerse el sol en el desierto. Una experiencia maravillosa que repetiríamos sin dudarlo. Una experiencia que nos transmitió la calma, la paz, la tranquilidad y la serenidad que desde nuestra llegada a Marruecos todavía no habíamos tenido. De vuelta al campamento nos preparamos para la cena, la cual iba a consistir en platos típicos marroquís como el tayín, el cous-cous, todo esto acompañado de música tradicional marroquí en directo, danza del vientre, etc. Cerca de la medianoche nos retiramos a nuestra jaima a descansar.
DÍA 2
A eso de las 8 de la mañana nos despertamos sin ayuda de despertador, el sol ya mandaba en el cielo de Marruecos y el calor dentro de la jaima empezaba a dejarse notar. Salimos en busca del desayuno que consistió en pan, msamen, mermeladas, huevos, aceitunas y yogourt. A las 10’30 llegó nuestro mini-bus y tras un trayecto de cerca de una hora llegábamos a Marrkech. El bus nos dejó cerca del Riad que habíamos contratado ya que por las callejuelas no es posible su acceso y gracias a las indicaciones de una pareja que casualmente había estado hospedada en el mismo Riad, (Riad Azza), conseguimos llegar sin perdernos. El Riad estaba situado un tanto alejado del caos y el barullo de la ciudad, en una zona tranquila y contaba con tan solo 5 habitaciones, decoradas con gusto, limpias y con vistas al patio interior como buen Riad que era. Claude, nuestro anfitrión, nos explicó en su particular lengua, (mezcla de inglés y francés), los lugares principales para visitar, dónde comer o cenar y cuando ya habíamos dejado nuestra mochilas en la habitación emprendimos la aventura de pasear por las calles de Marrkech, a nuestro aire, hasta que llegase la hora del free tour que teníamos contratado. A los pocos minutos de salir del Riad se nos ocurrió parar en un cruce de calles para consultar el mapa y de repente apareció un señor el cual, aparte de decirnos cual era la dirección de la plaza Jemaa el Fna, el corazón de la medina y de la propia ciudad, nos ofreció también los servicios de guía privado, tour por el mercado de las pieles, guía para el desierto, guía para el mercado de especias y unas cuantas cosas más. Ahí aprendimos que el mapa no se debe sacar en público. Conseguimos llegar a la plaza y el impacto visual, auditivo y olfativo es tal que impresiona y en algunos casos sobrecoge. Todo tipo de puestos vendiendo desde comida hasta cualquier souvenir que uno pueda imaginar, encantadores de serpientes a los que no puedes fotografiar ya que si se dan cuenta te exigirán que les pagues la foto que tu mismo ha hecho con tu cámara o móvil, algunos que intentan ponerte un monito en el hombro para sacarte una fotografía, puestos de comida, ropa, frutas, zumos, zapatos, juguetes, joyas, tatuajes, música tradicional, etc., etc., etc.
Y que decir de pasear por el laberinto que suponen las cientos o miles de callejuelas atestadas de tiendas en las que solo por pararnos a mirar ya nos sentíamos acosados por los vendedores. Y a todo esto centenares de motocicletas con dos, tres y hasta cuatro personas montadas en ellas circulando a toda velocidad por calles estrechas y abarrotadas de gente, (allí tienen prioridad y todos te aconsejan andar siempre por la derecha). Por fin llegó la hora del free tour sin haber sido capaces de comer, y mucho menos comida de un puesto callejero ya que la verdad sea dicha nos generaban poca confianza. El free tour nos decepcionó bastante y así se lo hicimos saber a Civitatis, un guía que nos explicó poco de la historia de la ciudad, pocas anécdotas, pocas paradas en lugares de interés y si en un puesto de zumos de granada, y en una herboristería tradicional, (una maravilla de sitio en el que estuvimos cerca de una hora y en la que al final acabamos comprando algo todos), y poca intención para aconsejarnos acerca de nada.
Después del free tour era hora de calmar la tensión de un día muy largo, de muchas emociones y de muchas sensaciones nuevas, y sobre todo de cenar, así que siguiendo las recomendaciones de nuestro anfitrión nos fuimos a cenar al Restaurante Atay, cena típica marroquí con vistas a la ciudad desde su terraza, después un ligero paseo hasta el Riad y por fin a descansar. El día siguiente iba a ser nuestro primer día entero y solos en Marrkech.
DÍA 3
Jueves. Teníamos concertado el desayuno a las 9 de la mañana y nos despertamos poco antes de esa hora, no sin el susto previo que nos llevamos a las 6 de la mañana con la primera llamada a la oración que se hacía desde una mezquita cercana a nuestro riad. Un desayuno a base de pan, msamen, huevos, mermeladas, mantequilla y yogourt. Antes de las 10’30h ya estábamos en la calle camino de la plaza principal de la ciudad y habiendo asimilado ya, o casi, todos los impactos recibidos el día anterior. La verdad es que las mañanas son mucho mejores para recorrer las callejuelas y las tiendecitas de la medina, menos gente, menos ciclomotores, menos tensión en definitiva. Habíamos decidido esa mañana ir al Museo de Marrkech primero, el cual no nos decepcionó y después visitamos la Merdesa Ben Youssef que nos impresionó. Una aunténica escuela coránica donde se pueden visitar las celdas en las que vivían y estudiaban los alumnos, los patios y contemplar la maravillosa arquitectura y decoración. Decir que en Marruecos existen dos tipos de escuelas, las normales/tradicionales, iguales que las que tenemos y conocemos aquí, en las que los alumnos van pasando cursos hasta terminar sus estudios y después están las escuelas coránicas o también llamadas Madrasas en la que los alumnos estudian un libro y cuando lo aprenden pasan al siguiente y así sucesivamente hasta finalizar sus estudios y pudiendo acabar siendo Imán de una mezquita o notario del Ministerio de Asuntos Islámicos o algún puesto similar. Este edificio actualmente no tiene su función inicial ya que fue clausurado en 1960 para ser reconstruido y pasar después a ser un edificio histórico y por suerte para todos visitable. Para llegar tanto al museo como a la madrasa tuvimos que dar un rodeo por la medina ya que un amable señor trató de convencernos para llevarnos él mismo pasando antes por la feria de los colores, (casi picamos, y puede haber mucha gente que se deje aconsejar y acabe por tener una mala experiencia). De ahí, y a unos pasos de la Madrasa entramos a relajarnos tomando un té en el Moroccan Teahouse Restaurant 1112 Marrakech, un restaurante y tetería tradicional, en lo que vendría a ser un Riad, y muy elegante. Casi la hora de comer, una temperatura de 32ºC, y nos fuimos a probar otra recomendación de nuestro anfitrión del Riad, el restaurante Mazel, un restaurante marroquí de comida rápida, casi casi comida callejera, que ofrece sabores y texturas diferentes a lo que encontraríamos en un restaurante digamos normal/tradicional. Nada que destacar en este caso concreto. Después de comer, a seguir paseando por la medina y sus zocos, con miles de personas a nuestro alrededor, olores, música, ciclomotores, griterío, carros tirados por burros, calesas, gente pidiendo, gente ofreciendo sus productos, un té en una céntrica pastelería de la medina, la Patisserie des Princes, calles y mas calles que parecen todas iguales, que giran, que se desdoblan que se esconden y sobre todo regateo. El regateo con el precio en los zocos es obligatorio, si no regateas se ofenden pero cuidado con ofrecer demasiado poco porque también se pueden ofender, pero es obligatorio, y sobre todo difícil si uno no está acostumbrado a negociar. Lo normal es ofrecer un tercio del precio inicial que ellos piden y a partir de ahí empezar a regatear. También es cierto que en algunas tiendas ya se empiezan a ver carteles de «Precio fijo», es decir lo que marque la prenda o te diga del vendedor, porque el 99% son vendedores hombres que venden en las tiendas y pocas las vendedoras mujeres.
Llegó la hora de cenar y después de intentarlo en Le Cantine des Gazelles y no poderlo hacer dado que estaba lleno acabamos cenando en el Restaurante Le Salama Moroccan Soul Food. Un restaurante de calidad, cantidades abundantes a base de degustación de ensaladas marroquíes, brochetas, pastilla de pollo, pan, msamen, agua y un par de cervezas, (a razón de 7.-€ un quinto), y con espectáculo de la danza del vientre durante la cena y en el que sacaron a bailar a más de uno y de una. Debemos decir que todo aquel local que tenga en la puerta un guardia de seguridad privada es porque en dicho local o bien hay dinero, (casas de cambio), o bien porque en su interior se sirve alcohol, (prohibido por su religión). Lo mejor es el agua, siempre embotellada si no queremos acabar en una farmacia o peor aún en un hospital con una fortísima gastroenteritis. El agua del grifo ni para lavarse los dientes como nos aconsejaron a nosotros. Después un paseo de casi un kilómetro y de vuelta al Riad. Antes de dormir un poco de lectura a la fresca en el patio del Riad vestidos con las chilabas y babuchas que nos habíamos agenciado por la tarde. Ahora ya si, a dormir.
DÍA 4
Viernes y último día en Marrakech, ahora que ya más o menos controlábamos el lugar y sus costumbres, o eso pensábamos nosotros.
De nuevo desayuno a la hora convenida, a las 9h. Paseo por las calles tranquilas de la medina, (a excepción de la plaza en la que la música con instrumentos tradicionales y los encantadores de serpientes siguen allí atrayendo turistas como si no hubiese un mañana). Algunas compras más, (eso Ryanair lo sabe, después comentaremos porqué lo sabe), visita a Ensemble Artisanal Mohamed V, donde los artesanos, hombres y mujeres, venden sus productos, donde se puede ver cómo los hacen y donde nos pudimos tomar un té a la sombra de los árboles de su jardín junto a la fuente, seguidamente fuimos también a cambiar euros por dirhams marroquíes. El mejor establecimiento para el cambio de divisa en Marrkech es el Hotel Alí. Nosotros fuimos a Marruecos con moneda cambiada en España y merece la pena o cambiar menos cantidad aquí antes de viajar y cambiar el resto una vez allí o directamente ir a cambiar euros una vez en Marrakech. (Aceptan sin dudarlo que se les pague en euros evidentemente, aunque no sea moneda oficial, ellos ganan y nosotros perdemos con el cambio).
Nos hubiese gustado probar algún hammam, (spa, masajes, etc.), pero con todos los que contactamos no encontramos hueco disponible.
Para comer decidimos ir al Restaurante Foundouk Gargaa. Un sito de comida marroquí, con una terraza preciosa con mucha sombra, muy buen servicio, comida de calidad y con pequeñas tiendas en su interior. Muy recomendable.
Después de comer decidimos irnos al Riad, recoger ya nuestras cosas y por suerte pudimos contactar con nuestro transporte al aeropuerto que nos hizo el favor de adelantar media hora nuestra recogida. Y menos mal. Llegamos al aeropuerto, primer control de equipajes al entrar a la terminal y directos al mostrador de facturación de Ryanair. Allí nos emitieron nuestras tarjetas de embarque, a pesar de que las llevábamos ya impresas, y nos hicieron medir nuestros equipajes. Decíamos antes que Ryanair sabe que en Marrkech si o si se acaba comprando y en el aeropuerto de Alicante para la ida no prestaron ninguna atención a los equipajes pero a la vuelta no perdonaron. La mochilas cabían de alto pero no de ancho o viceversa, pero ni las nuestras ni las de la mayoría de los pasajeros, así que todos a pasar por caja. En nuestro caso por 39.-€ nos dejaron pasar las dos mochilas, (que no cumplían con la medidas). Nuevamente control de equipajes y control de pasaportes y como en la ida, su escáner tampoco fue capar de leer el pasaporte, así que de nuevo a la comisaría del aeropuerto. Dos fotos, un par de preguntas, un cuño que permitía que pasáramos a la zona de las puertas de embarque y un estado de nervios que mejor olvidarlo. Le pude preguntar al policía el motivo de haberme enviado a comisaría tanto al llegar como al salir y me confirmó que el pasaporte no se leía correctamente en su escáner y que no me parecía a la imagen de la foto, (siete años más joven, más delgado y con pelo en lo alto de la cabeza). Por fin frente a la puerta de embarque y una hora de retraso.
A las 01’30h del sábado aterrizábamos en el aeropuerto de Alicante, nuevo control de pasaportes al no provenir de un país del espacio Schengen, y curiosidades de la vida el escáner de la Policía Nacional si que pudo leer los pasaportes sin ninguna dificultad.
En definitiva un viaje que merece la pena hacer y en el que pudimos ver cosas que desde luego aquí difícilmente podríamos ver, sensaciones encontradas, miles de olores mezclados, miles de sonidos, cientos de contrastes, una cultura rica y ancestral, el contacto físico con mucha gente, costumbres que nos parecieron al principio muy extrañas pero que con el paso de los días se volvieron normales, sabores exquisitos, una gastronomía muy buena, arquitectura y decoraciones espectaculares, mucha dejadez en algunas cosas, y también mucha seguridad, (respetan muchísimo tanto a la policía como al ejército), y además puede llegar a resultar un destino muy económico, (seguramente en función de los gustos y de no ser demasiado aprensivos y escrupulosos para según que cosas a la hora de comer). ¿Que si volveríamos? Seguramente a Marruecos si pero esta vez para hacer un viaje de varios días por el desierto y la cordillera del Atlas.

Recomendaciones :
- Plaza Jemaa el Fna.
- Café du Grand Balcon.
- Café Francés.
- Mezquita de la Koutoubia.
- Medersa Ben Youssef.
- Le Jardín Secret.
- Palacio Bahía.
- Ensemble Artisanal Mohamed V.
- Tumbas Saadíes.
- Palacio el Badi.
- Hotel Mamounia, (zonas comunes).
- Cyber Park Moulay Abdessalam.
- Desierto de Agafay.
- Restaurante Atay.
- Restaurante Le Salama Moroccan Soul Food.
- Restaurante Le cantine des Gazelles.
- Restaurante Terrase des Epices.
- Tanneries.
- Moroccan Teahouse Restaurant 1112 Marrakech.
- La Patisserie des Princes.
- Fooundouk Gargaa.
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