Ámsterdam. Itinerario de 3 días. Experiencias imperdibles

¿Qué hicimos?

Tres días en Ámsterdam dan para mucho, incluso a pesar del clima. Te contamos que hemos hecho en Ámsterdam el primer finde de octubre.

DÍA 1 / Llegada a Ámsterdam, Heineken Experience y Barrio Rojo

Apenas habíamos dormido 3 o 4 horas y ya estábamos camino del aeropuerto. Dejar el coche en el parking, pasar el control de equipajes, el embarque, (esta vez sin estrés, y es que la diferencia entre volar con Ryanair a hacerlo con Vueling, aunque sean dos compañías aéreas low cost, se nota), y a las 09’10h de la mañana aterrizábamos en el Aeropuerto de Schipol en Ámsterdam, (Schipol significa algo así como agujero sin agua y es que este aeropuerto antiguamente fue un lago que desecaron y que está 3 metros por debajo del nivel del mar). Que este sea el tercer aeropuerto más grande de Europa se nota y el paseo hasta llegar a la salida duró casi media hora. Conseguimos comprar los billetes de tren para llegar a Ámsterdam y nos dirigimos a la estación de tren que se encuentra en la planta -1 del aeropuerto. Al comprar los billetes de tren hay que tener en cuenta que hay de dos tipos, uno que indica en la máquina «Tren regional» y otro «Billete para Amsterdam City». Los dos llegan al mismo sitio pero la diferencia radica en que el primero cuesta unos 8.-€ y el segundo un poco más de 13.-€ y además va mucho más lleno. Al llegar a la estación central de trenes nos dirigimos a las oficinas que hay cerca de la salida para comprar el ticket de transporte para tres días que nos permitía subir en los tranvías, ferris, autobuses y metro de la ciudad (de la empresa GVB), de manera ilimitada, (uno poco más de 20.- por persona los tres días), pero merece la pena comprarlo ya que el transporte público en Ámsterdam funciona de maravilla y te lleva prácticamente a cualquier lado de la ciudad. Y si queréis alquilar una bicicleta también es una buena opción. Hay carriles bici absolutamente por todas las calles y las bicicletas tienen preferencia sobre los coches, sobre el transporte público y sobre los peatones, hasta el punto que no tienen obligación de parar en un paso de cebra. Desde allí mismo tomamos el autobús de la línea 22 que nos dejaba a escasos 40 metros de nuestro alojamiento donde, a pesar de no poder hacer todavía el check-in, sí podíamos dejar en la consigna nuestras mochilas.
Eran ya pasadas las 11’00h y debíamos darnos prisa puesto que a las 12’00h teníamos la entrada reservada para la Heineken Experience, (aquí os dejamos en enlace para comprar las entradas: Heineken Experience). Así que tomamos el tranvía número 7 que nos iba a llevar hasta la fábrica de la cervecera.

La verdad es que la Heineken Experience es toda una «experiencia» que uno debe disfrutar si va a Ámsterdam. Un recorrido por la historia de la fábrica, (en inglés, aunque existen audioguía en español), una visita muy dinámica, en la que se puede interactuar con los distintos elementos que vas viendo, muy visual y muy auditiva. Y al finalizar, dos cervezas bien frías que se incluyen en la entrada. Nuestra entrada era la básica y mientras tomábamos la segunda cerveza preguntamos a un camarero si alguno de ellos hablaba en español y allí apareció Tomás, un chileno residente en Ámsterdam, estudiante de arquitectura y trabajador en Heineken Experience. Lo primero que nos propuso Tomás fue jugar a ver quién tiraba la mejor caña y después, para sorpresa nuestra, nos hizo un tour privado por las instalaciones de Heineken, incluida la visita a la terraza de la fábrica, (desde la que se puede contemplar prácticamente toda la ciudad), en la que se estaba celebrando un evento privado a pesar del mal tiempo. Nos invitó a probar nuevas cervezas y nos hizo un regalo que ahora mismo tenemos colocado en la terraza de nuestra casa. ¡Gracias Tomás!
Lo que tenía que durar poco más de 2 horas había durado más de 4 y salimos de la fábrica en busca de sitios de comida rápida, (que hay muchos y muy variados), para poder comer. Al final acabamos en un local de comida fusión coreano-japonesa que nos repuso del cansancio y nos protegió de la lluvia del exterior. Terminada la comida nos fuimos a nuestro apartamento, (aquí tenéis el enlace por si queréis reserva el mismo: YAYS Amsterdam Maritime by Numa). Un apartamento duplex, muy bien situado, muy bien comunicado tanto por bus como por tranvía y en una buena zona de la ciudad junto a un canal y además con un buen precio para cuatro personas. Pero como el cansancio no era todavía suficiente, y como todavía no nos había llovido demasiado quisimos ir a visitar el Barrio Rojo. De nuevo al bus 22 y bajo la lluvia a recorrer las calles de este famoso barrio. Mucha gente, olor a marihuana, mucho color rojo en los escaparates, y mucha lluvia. Al final fue un paseo rápido que desembocó en la Plaza Dam. Seguía lloviendo, hacía un par de horas que había anochecido, el cansancio se había apoderado de nosotros, así que decidimos volver al apartamento a cenar lo que habíamos comprado previamente en el súper y dar por concluido nuestro primer día.

DÍA 2 / Excursión a Zaanse Schans, Edam, fábrica de quesos de Henri Willig y Volendam

A las 07’30h sonó el despertador. Aseo, desayuno, autobús y unos 10 minutos de caminata para llegar al punto de encuentro un poquito antes de las 09’30h de la mañana, justo detrás de la estación de tren, junto al canal, (otro canal). Allí nos esperaba nuestro autobús que nos iba a llevar de excursión. Salimos de Ámsterdam a las 10’15h, (porque siempre alguien llega tarde o muy tarde), y nos dirigimos a Zaanse Schans. Este lugar es una joya al aire libre, rodeado de agua, con construcciones típicas y sus famosos molinos de los cuales cuatro todavía funcionan y dos son visitables. Lo primero que hicimos al bajar del bus fue ir al museo del zueco en el que pudimos conocer la historia del zueco, ver la exposición de zuecos de todo tipo, (antiguos, modernos, de boda, de trabajo…), y ver una demostración en directo de cómo se fabrican los zuecos de madera. Terminada la demostración salimos para ver las casitas y sobre todo los molinos.
Entre canales y casitas pintorescas fuimos recorriendo las calles hasta llegar al primer molino. ¡Son enormes! Nunca habíamos estado antes en uno, así que decidimos visitarlo por dentro. En este caso fue el que estaba moliendo pintura. Es un auténtico espectáculo ver toda esa estructura de madera, paja y hierro a pleno rendimiento y más en una día como el que teníamos con muchísimo viento. Notar como los ejes y los engranaje aceleran cuando la intensidad del viento sube y notar como se mueve toda la estructura del molino es algo realmente curioso. Como no, las calles están repletas de pequeñas tiendas decoradas con muy buen gusto. De nuevo al bus y a por nuestro segundo destino del día, ahora a Edam.
Edam, si, el mismo nombre que recibe cierta variedad de queso. Primero dimos un paseo por el pueblo, nuestra guía nos hizo un bonito recorrido y nos dio todo tipo de explicaciones y detalles. Por ejemplo, Edam, no hace muchos años tenía mar, pero el puerto fue cerrado por orden de Carlo V). Estuvimos en la puerta del Ayuntamiento, (ayuntamiento que cuya función no es tal, ya que comparte el mismo con Volendam para ahorrar gastos), en el mercado, en la iglesia grande, (donde nos recogió el autobús), y en la fachada de una de las casas más antiguas que a día de hoy se conservan en los Países Bajos.
De nuevo al bus para visitar una fábrica de quesos, concretamente la de Henri Willig, que posee el premio al mejor queso del mundo. Allí nos dieron una breve explicación, (en castellano), de cómo se fabrica el queso e inmediantamente pasamos a la sala en la que pudimos degustar alrededor de 30 tipos de quesos distintos, (algunos buenísimos), y donde también se podían comprar los que más gustasen. Se nos iba haciendo la hora de comer y teníamos que llegar todavía a nuestra última visita, a Volendam. Allí teníamos horas libres para recorrer este pequeño pueblo pesquero y dónde pudimos degustar comida típica neerlandesa, (por ejemplo el arenque y la anguila ahumada), y muchas patatas fritas. Prácticamente todo se sirve con patatas fritas.
Un paseo entre lluvia y el viento, tiendas de souvenirs y de vuelta al bus. Ya dentro del autobús nuestra guía nos comunicó que nos encontrábamos en alerta amarilla por climatología adversa, que se habían suspendido hasta 150 vuelos y que conociendo como conocía la climatología del lugar nos recomendaba que al bajar del autobús nos fuéramosa nuestro alojamiento y procurasemos no salir hasta el día siguiente. Y como somos muy obedientes así lo hicimos.

DÍA 3 / Tour de Ana Frank, barrio de Jordaan, Rijksmuseum y Barrio Rojo

No llovía cuando nos levantamos. Viento sí hacía, allí siempre hace viento. Desayuno y de nuevo el bus 22. A las 10 teníamos un tour, (aquí os dejamos el enlace por si queréis reservar: Tour Ana Frank), para conocer la historia de Ana Frank. Nuestro guía, Carlos, resulto ser de San Juan, (Alicante), y con todo lujo de detalles nos contó la historia de los Países Bajos con la ocupación nazi y la emocionante y desgarradora historia de la familia Frank y de cómo su padre, cuando volvió del campo de concentración, descubrió el diario de su hija. Ahora Ana Frank es todo un símbolo y su fundación, (creada por su padre), dispone entre otras muchas cosas de viviendas para dar cobijo, por ejemplo, a periodistas o escritores perseguidos por su ideas o por sus escritos. Visitamos el mausoleo de las víctimas del holocausto, (Países Bajos fue, porcentualmente, el que más víctimas tuvo), y finalizamos el tour en la puerta de lo que fue la fábrica del padre de Ana Frank y dónde estuvo escondida en la vivienda de atrás hasta ser capturada, (no se sabe todavía cómo), una vivienda escondida detrás de una estantería.
Terminado este magnífico tour y ya que estábamos cerca decidimos dar un paseo por el barrio de Jordaan. Un barrio tranquilo, de casas típicas, en el que se puede pasear de manera relajada y en el que sobre todo se debe visitar el Begijhof. Se trata de un recinto histórico, establecido en 1346 para ser el hogar de las beduinas, un grupo de mujeres que vivían en comunidad y en una relación especial con Dios. Allí se encuentra la casa más antigua de Ámsterdam, con una fachada de madera que data del año 1465 así como su iglesia clandestina. El recinto se puede visitar libremente pero en el no se puede beber, no se puede comer, no se puede fumar y no se puede hablar.
Acabamos comiendo en el mismo barrio en un restaurante regentado por españoles, concretamente de San Sebastián y rápido nos marchamos a coger el tranvía número 7 que nos tenía que llevar al Rijksmuseum, (entradas al museo: Rijksmuseum). Nuestro tranvía no llegaba, y pasados 20 minutos vimos en las pantallas de la parada que debido a una manifestación el servicio se encontraba temporalmente suspendido. Como estábamos a unos 20 minutos, y a pesar de ya llegar tarde ya que la entrada la teníamos para las 15 horas, decidimos ir andado. Al llegar nos encontramos a miles de personas manifestándose en contra del genocidio de Gaza. Nos costó llegar hasta la entrada del museo pero finalmente lo conseguimos y muy amablemente nos dejaron pasar, (también es cierto que nos preguntaron si éramos buenas personas o pretendíamos hacer algún tipo de daño). Sobrecogen las dimensiones del museo, es enorme. Pero lo que realmente queríamos ver tardó un poquito en presentarse delante de nosotros, y no era otra cosa que el Autorretrato con sombrero, (1877), Campo de trigo con casas en Auvers-sur-Oise, (1890) y Bajo los árboles en Saint-Rémy, (1889), de Vincent Van Gogh. Y nos sorprendió la poca gente que había delante de estos cuadros, solo dos personas. Vimos también cuadros de Goya, Rembrandt y muchísimos pintores sobradamente conocidos. A las 17’30h cerraban el museo y ahora si, aprovechando que no llovía y que incluso de vez en cuando se veía el sol, decidimos recorrer tranquilamente el Barrio Rojo. Esta vez sí que pudimos verlo en todo su esplendor, sus preciosos puentes sobre los canales, los famosos escaparates, sus cientos de locales con espectáculos dedicados al sexo, sus coffee-shops, (donde no se sirve alcohol, si otras cosas, no legales pero si toleradas), y sus numerosos bares en lo que una caña te cuesta 9,20.-€. Finalizado el paseo y de nuevo en la plaza Dam era hora de retirarse, al día siguiente nuestro taxi nos recogía a las 6’45h de la mañana y tocaba ya descansar después de tres días muy intensos y habiendo conseguido no ser atropellados por ninguna bicicleta.

Recomendaciones :

  • Rijksmuseum.
  • Museo de Van Gogh.
  • Museo de Rembrandt.
  • Barrio Rojo.
  • Barrio Jordaan.
  • Edam.
  • Volendam.
  • Zaanse Schans.
  • Fábrica de Heineken.
  • Casa-museo de Ana Frank.
  • Crucero por los canales.
  • Museo Moco.
  • Museo de ciencias Nemo.
  • Museo Marítimo Nacional.
  • Palacio Real.
  • Plaza Dam.
  • Museo Judío.

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