¿Qué hicimos?

Advertencia: Algunos textos e imágenes de las que se muestran pueden herir la sensibilidad del lector.
El pasado 16 de febrero de 2025, aprovechando nuestra visita a Cracovia decidimos conocer el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Después de la visita a este lugar pensamos que era necesario escribir un artículo aparte y contar un poco la historia de este sitio y nuestra experiencia personal durante la visita.

La fundación de Auschwitz I.
El origen del campo de Auschwitz, (Auschwitz I), está relacionado con los propósitos y planes del ocupante alemán, es decir eliminar a todos aquellos a quienes consideraban peligrosos, indeseables o innecesarios. Por eso, las víctimas de los arrestos masivos en Polonia fueron, sobre todo, personas que pertenecieron a la élite política, cultural y social, así como todos los sospechosos de crear organizaciones del movimiento de resistencia.
El campo fue establecido por las SS en la primavera de 1940 como campo de concentración y el motivo inmediato de su creación fueron los arrestos masivos de polacos que llevaron al colapso de las cárceles disponibles. La búsqueda del lugar adecuado estaba a cargo de comisiones especiales y finalmente se eligió el área de un cuartel construido antes de la guerra que contaba con 20 edificios, en su mayor parte de una planta, y que se encontraba en la pequeña ciudad polaca de Oswiecim, ciudad que sería incorporada en las fronteras del Tercer Reich y cuyo nombre pasaría a ser el de Auschwitz. El 14 de junio de 1940, la Gestapo dirigió al campo de Auschwitz I el primer transporte de 728 presos políticos. A partir de 1941 se empezó a traer allí, además de polacos, a reclusos de otras nacionalidades y también a judíos arrestados en el curso de distintas operaciones realizadas en contra de la población judía de los países ocupados. Para poder dar cabida al número continuamente creciente de presos en los años 1941-42 se construyeron nuevos bloques y a los de una planta se les añadió otra más. En el bloque número 11 se encontraba la cárcel central del campo, a la que eran dirigidos los presos sospechosos de participar en el movimiento de resistencia o de mantener contacto con el exterior y otras actuaciones consideradas como delito por las autoridades del campo. En los sótanos del bloque 11 se aplicaban todo tipo de castigos a los prisioneros. Allí, también tuvo lugar la primera prueba para asesinar con el uso de gas venenosos. En el patio de este bloque se encontraba el paredón de la muerte en el que se realizaban fusilamientos (está allí y se puede ver), también, una cámara de gas provisional y una horca en mitad del pasillo que todavía se encuentra en el mismo lugar.
El centro del exterminio masivo de los judíos. Las selecciones y las cámaras de gas.
A partir de 1942 este campo de concentración empezó a desempeñar de forma paralela otra función. Se convirtió en uno de los centros del exterminio masivo e inmediato de los judíos europeos. A la mayoría de los judíos deportados para el exterminio masivo se les engañaba. Por lo general, las autoridades alemanas les prometían un nuevo lugar para establecerse y trabajar.
Los campos de Auschwitz y Majdanek, (Lublin, Polonia), tenían un rasgo particular en común, en ambos campos se desempeñaban al mismo tiempo dos funciones: la de lugar de exterminio inmediato de judíos en las cámaras de gas y la de campo de concentración, lugar de trabajo y aniquilación progresiva de los presos de distintas nacionalidades. Una vez que los judíos deportados abandonaban los trenes bajando en las plataformas de descarga de Auschwitz, los médicos de las SS realizaban una selección, eligiendo de entre los recién llegados únicamente a aquellos, a los que consideraban capaces de trabajar, es decir, útiles para la producción de guerra del Tercer Reich. Las personas enfermas, ancianos, (mayores de 40 años), mujeres embarazadas o con bebés, personas con alguna discapacidad, niños, (menores de 14 años), y otras personas consideradas inútiles para el trabajo, por norma general eran llevadas directamente a las cámaras de gas y asesinadas con gas venenoso, (el gas Ciclón B), en la mayoría de los casos se trataba del 70-75% del transporte e incluso porcentajes mayores en algunas ocasiones.
Los judíos seleccionados como incapaces de trabajar eran llevados a las cámaras de gas. Para evitar el pánico y la rebelión, los SS en la mayoría de los casos engañaban a las víctimas prometiéndoles un baño para luego reunirse con su familia. Para tranquilizar a las víctimas y hacer verosímiles las palabras de los SS, en las puertas de las cámaras de gas se colocaron letreros en varios idiomas informando que les llevaban a la desinfección y los baños, e incluso se hacía trabajar a otros judíos, (a modo de castigo), para que acompañaran a los presos a la antesala de la cámara para que se desnudaran y dejaran su ropa colgada en una percha, diciéndoles que recordaran el número de su percha para recoger su ropa después del baño. Una vez que la cámara de gas estaba llena de prisioneros, se cerraban herméticamente las puertas. Los SS, protegidos con máscaras antigás, abrían latas que contenían el veneno Ciclón B y a través de agujeros especiales echaban en el interior de la cámara de gas, (cuya temperatura interior era de mínimo 30º para que el veneno reaccionase), cristalinos saturados de cianuro de hidrógeno. El gas que se desprendía mataba a las personas encerradas en la cámara, (la agonía podía durar entre 5 y 20 minutos ). Los cuerpos de los judíos asesinados se sacaban de la cámara de gas para luego cortarles el pelo, quitarles los dientes de metales preciosos, así como las joyas. Los cadáveres se incineraban en hornos crematorios y cuando aquellos no daban abasto, también al aire libre.
El desarrollo del conjunto del campo.
La segunda parte del conjunto fue el campo de Birkenau, denominado también Auschwitz II, cuya construcción empezó en octubre de 1941 en un pueblo que está a unos 3 kilómetros de Oswiecim, llamado Brzezinka. Dicho campo no solo fue el más grande del conjunto de Auschwitz, sino de todo el sistema de los campos nazis, tanto por superficie ocupada, número de barracones, número de presos/as que estuvieron allí al mismo tiempo, pero sobre todo debido al hecho de que allí murió el número más grande de personas; cuatro edificaciones equipadas con cámaras de gas y hornos para la incineración de los cadáveres de las personas asesinadas, (definidas como crematorios II, III, IV y V), y dos cámaras de gas provisionales en casas que quedaron vacías después de desterrar a sus propietarios, (búnker nº 1 y 2, o casita blanca y casita roja). Para agilizar el proceso del exterminio masivo de judíos, en el centro de Birkenau se construyó una plataforma de descarga con una vía muerta que terminaba entre las cámaras de gas y los crematorios.
El número de víctimas del exterminio masivo inmediato.
Los judíos deportados a Birkenau no eran introducidos en el registro del campo inmediatamente después de su llegada, es decir, solo se registraba a aquellos a quienes se consideraban aptos para el trabajo o prisioneros de guerra, (mediante un tatuaje con el número de prisionero). Debido a ello, es difícil determinar el número exacto de víctimas asesinadas en cámaras de gas pero en algunos países como Francia, Holanda y Bélgica, se han conservado copias de las listas de transporte, aunque no existe documentación referente a los transportes de judíos traídos desde los guetos organizados en los territorios polacos ocupados. A partir de la documentación fragmentada que se ha conservado puede constatarse que los nazis deportaron a Auschwitz por lo menos a 1.100.000.- judíos, pero el número real probablemente fue más alto.
La evacuación y la liquidación del campo.
A finales de 1944, en vista de una ofensiva del Ejército Rojo que se estaba acercando a Oswiecim, las autoridades del campo empezaron a borrar las huellas de sus crímenes. La mayoría de prisioneros capaces de seguir trabajando fueron evacuados hacia el centro del territorio del Tercer Reich. Aquellos a quienes los SS no habían podido asesinar o llevarse con ellos en su huída fueron abandonados a su suerte dentro del campo y liberados por soldados del Ejército Rojo el 27 de enero de 1945. Antes de abandonar el campo, los nazis ordenaron desmontar algunas instalaciones, (los barracones de madera eran traídos desde Alemania prefabricados y por tanto eran desmontables), y destruir otras, (por ejemplo, hicieron saltar por el aire 3 crematorios en los que se encontraban cámaras de gas y hornos para la incineración de cadáveres); así mismo, llevaron a Alemania o quemaron la mayor parte de los documentos y de los bienes de las víctimas. A pesar de estos esfuerzos no consiguieron destruirlo todo. Muchas instalaciones, objetos y documentos , así como objetos personales de las víctimas se han conservado y hoy son una prueba de la inmensidad de los crímenes que se cometieron allí. Después de la liberación en el campo y en los terrenos colindantes, se encontraron miles de objetos que pertenecían a los sentenciados a muerte, tales como maletas, a menudo con apellidos y direcciones de los propietarios, vestiduras litúrgicas judías, prótesis, gafas, zapatos, así como pelo humano, (que incluso fue utilizado para tejer prendas cuando el campo estaba en pleno funcionamiento). Dichos objetos pertenecen hoy al Museo de Auschwitz-Birkenau. La colección incluye, por ejemplo, unos 40 m3 de zapatos de personas deportadas, 1.950 kg de pelo humano, 40 m3 de cubiertos, se han conservado 3.500 maletas, 12.000 ollas y muchos otros objetos como paraguas, prótesis, peines, brochas de afeitar, cepillos, etc.
Museo estatal de Auschwitz-Birkenau
El Museo estatal de Auschwitz-Birkenau es un museo público ubicado en la ciudad polaca de Oswiecim, dedicado a la memoria de las víctimas de dicho campo de concentración, trabajos forzados y exterminio nazi, así como la conservación del propio espacio, (Auschwitz I y Auschwitz II-Birkenau), y los objetos históricos que este contiene.
Creado por el gobierno de Polonia en 1947, comprende 191 hectáreas y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Nuestra visita a Auschwitz-Birkenau.
Teníamos reservada la visita a través de Civitatis, (ahora también disponible desde nuestro enlace con Get Your Guide). Salimos de Cracovia a las 9’30h de la mañana y en cuestión de hora y media, (unos 80 kms aproximadamente), llegábamos al campo de concentración. El bus nos dejó en el parking habilitado para estos vehículos donde también se pueden encontrar baños gratuitos antes de acceder a las instalaciones. La entrada al campo es igual que el control de equipajes de un aeropuerto. Se deben dejar las mochilas, chaquetas y objetos metálicos en una bandeja para que sea revisada. Está prohibido introducir mochilas grandes y por respeto, se prohibe comer dentro del campo.
Una vez pasado el control se baja una escalera que conduce a una sala donde se entregan los auriculares para poder escuchar al guía. Cuando ya estábamos todos provistos de nuestros auriculares, delante de nosotros se abría una gran puerta metálica que daba acceso a un enorme y frío túnel de hormigón de paredes altas que conducía hasta la entrada al campo de Auschwitz I. Durante este pequeño recorrido se oyen por los altavoces los nombres de las personas que murieron aquí. Nada más salir de este túnel y del pasillo que lo sigue se llega a la entrada del campo donde se ve, forjado en hierro, la por desgracia «famosa» frase: «El trabajo os hará libres». Si esta imagen de por si ya es impactante aún lo es más si, como nos ocurrió a nosotros, el día era frío, nublado, en ocasiones oscuro y con algún que otro copo de nieve que arrastraba el viento. Siguiendo a nuestro guía y escuchando atentamente sus explicaciones fuimos entrando en distintos pabellones en los que pudimos ver desde las habitaciones en las que dormían los prisioneros, (con sus colchones en el suelo o con paja en lugar de colchones), maletas con nombres y direcciones, prótesis, gafas de vista, los baños y duchas, (por llamarlos de alguna manera), en incluso las casi dos toneladas de pelo humano que a día de hoy todavía se conserva en una vitrina y que por respeto y por protegerlo del deterioro nos pidieron que no lo fotografiásemos. Entramos también al pabellón número 11, pudimos ver la sala en la que se celebraban los «juicios», la habitación dónde se desvestían los presos antes de ser ejecutados, el paredón de la muerte, la horca y las celdas de los sótanos. Impresiona ver celdas con medidas de 1m x 1m sin ningún tipo de luz ni de ventilación. Bueno, realmente impresiona, impacta y emociona solo pensar las condiciones en las que aquellas personas trataban de sobrevivir, pudimos también ver y entrar en la única cámara de gas que no fue destruida por los nazis antes de su huida. Una de las historias que más nos impactó fue cuando nuestro guía nos contó cómo organizaban a los presos cada mañana antes de salir, (con banda de música incluida), y que lo importante era que al regresar, (también con banda de música en la entrada del campo ya que el nivel de cinismo y de tortura psicológica era máximo), lo único que importaba es que si habían salido 500 personas tenían que volver 500 personas, daba igual si vivos o muertos pero lo que importaba era el número y no su estado. Dentro de este campo todavía se conserva, aunque no se visita, la casa dónde vivió el comandante del campo de concentración junto con su familia, Rudolph Franz Ferdinand Hoss, y se pasa junto a la horca en la que fue ejecutado tras los juicios de Nuremberg en 1947, (fue ahorcado a petición popular en el campo de concentración que él mismo dirigió y su ejecución tuvo que retrasarse dos días dado el número de personas que acudieron hasta el lugar).
Terminada la visita nos dirigimos hasta el autobús que nos iba a llevar, a unos tres kilómetros de distancia, al campo de Birkenau o también conocido como Auschwitz II. Ya nos advirtió el guía que allí había un microclima especial y no nos engañó. Al llegar a Birkenau el cielo era oscuro e incluso nevaba copiosamente en algunos instantes. El guía nos dijo que en estos momentos no hacía frío en el campo teniendo en cuenta que hace 80 años las temperaturas alcanzaban en invierno los 20, 30 e incluso los 40 grados bajo cero y con más de un metro de nieve, (los presos vestían una camisa y un pantalón de tela y unos zuecos de madera, únicamente). Impresiona mucho ver las vías de tren que llegan y atraviesan el edificio de entrada. Impresiona mucho ver uno de los vagones reconstruidos en el que se transportaba a los presos, (vagones construidos para el transporte de ganado), que todavía está situado en las vías justo en la plataforma en la que los médicos de las SS seleccionaban a las personas aptas para el trabajo y descartaban y mandaban a las cámaras de gas al resto. Siguiendo las vías del tren se llega hasta los restos de una de las cámaras de gas medio derruida de las seis que habían dentro del campo. Pudimos entrar en uno de los barracones de la parte del campo destinado a las mujeres y solo imaginar las condiciones de «vida» de aquellas pobres personas se nos ponía un nudo en la garganta, (múltiples enfermedades simultáneamente, insectos, roedores, excrementos, alimentación escasa o nula, frío o calor extremos, hacinamiento, 10 o más horas de trabajos forzados, castigos físicos, torturas físicas y psicológicas, violaciones, asesinatos, etc., etc., etc.). Indicar que en este mismo campo realizaba sus experimentos mortales con prisioneros el conocido como «Ángel de la Muerte», el oficial alemán de las SS, médico, criminal de guerra y asesino Josef Mengele.
Deshaciendo nuestros pasos nos encaminamos de nuevo hasta el edificio de entrada y nos despedimos de Raúl, nuestro guía. Ya dentro de nuestro autobús y en completo silencio volvimos hasta Cracovia.
Desde luego la visita a Auschwitz-Birkenau es una visita totalmente recomendable y cuya historia todos deberían conocer para que hechos, como los que allí ocurrieron, nunca más vuelvan a suceder.
«Quienes no pueden recordar su historia están condenados a repetirla» (Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás). Esta frase está inmortalizada en una de las paredes del campo de exterminio nazi de Auschwitz.
Bibliografía:
Libro «Auschwitz. Residencia de la muerte» (Teresa y Henryk Swiebocki).
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